miércoles, 27 de agosto de 2014

PEQUEÑO HOMENAJE A ANA MARÍA MATUTE



Ana María Matute Ausejo (Barcelona, 26 de julio de 1925 - 25 de junio de 2014) fue una novelista española miembro de la Real Academia Española, donde ocupaba el asiento «K», y la tercera mujer que recibió el Premio Cervantes, obtenido en 2010. Matute fue una de las voces más personales de la literatura española del siglo XX.


Ana María Matute tenía once años cuando
comenzó la Guerra Civil Española de 1936. La violencia, el odio, la muerte, la miseria, la angustia y la extrema pobreza que siguieron a la guerra marcaron hondamente su narrativa. La de Matute es la infancia robada por el trauma de la guerra y las consecuencias psicológicas del conflicto y la posguerra en la mentalidad de una niña, y una juventud marcada por la Guerra, se reflejan en sus primeras obras literarias centradas en "los niños asombrados" que veían y, muy a pesar suyo, tenían que entender los sinsentidos que les rodeaban.[1]



Escribe su primera novela, Pequeño teatro, a los 17 años.

Pertenece a la generación de medio siglo, que también se conoce como la generación del 50 , la de los "niños asombrados", o de "los niños de la guerra", formada por escritores que vivieron su infancia durante la guerra civil española. La obra más representativa de Ana María Matute sobre el tema es Primera memoria.
A partir del nacimiento de su hijo, se dedicó también a la literatura infantil y juvenil, con la que consiguió el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil (1984) por Sólo un pie descalzo.
Para los que estéis interesados en seguir indagando sobre la autora os ofrecemos un enlace a su sitio oficial.

Debo decir que si una obra me ha apasionado de ella y ha sido capaz de trasladarme a un mundo de aventuras de otras épocas, ella lo ha logrado con Olvidado rey Gudú (libro que os recomiendo).


"La verdad es que Olvidado Rey Gudú es el libro que desde niña quise escribir, y ahí está todo lo que soy, está Europa, la cultura de la que vengo", dijo en una entrevista. Éste es el libro que despositó en la Caja de las Letras[2] del Instituto Cervantes en 2009.




[2] El Instituto Cervantes, aprovechando la presencia de la cámara acorazada en el sótano del edificio Cervantes de su sede de la calle Alcalá, 49, de Madrid, utiliza las cajas de seguridad para que grandes personajes de la cultura hispánica depositen un legado que no se abrirá hasta la fecha que ellos decidan. Hace las funciones de una Cápsula del tiempo.