martes, 9 de diciembre de 2014

"EL BALCÓN EN INVIERNO" de Luis Landero



El balcón en invierno. Luis Landero. Tusquets editores. 2014. 245 páginas

¿Qué ha empujado a Luis Landero (Alburquerque, Badajoz, 1948) a escribir este libro? Hay que empezar por descubrir que no se trata de una novela, sino de un libro de memorias. O quizá tampoco. Podría llamarse con más acierto un libro de recuerdos. El de memorias es un género que parece reservado a escritores de más edad, cuando ya se encuentran en la etapa final de su vida. También políticos y artistas, o gente famosa sin más, han sentido la tentación de escribir los recuerdos de toda una vida en un volumen o en varios. Y en las estanterías de toda librería que se precie existe un apartado para libros de esta clase porque hay un tipo de lector que es muy fiel a ellos.

Normalmente el libro de memorias se caracteriza por seguir un orden cronológico en el relato de los acontecimientos vividos por su protagonista y por ofrecernos una relación lo más exhaustiva posible de los hechos ocurridos. Sin embargo, ninguno de estos dos presupuestos se cumple en el libro de Landero. En primer lugar, por su edad no puede decirse que se encuentre en el declive de su vida. Aún está muy a tiempo varias novelas más de la calidad de sus anteriores Juegos de la edad tardía, Hoy Júpiter, El guitarrista, o Caballeros de fortuna con las que tanto han disfrutado sus lectores. En segundo lugar no sigue un orden cronológico en el relato de los acontecimientos porque tan pronto narra un episodio de su adolescencia, como otro

De su juventud o de su infancia, según se le va ocurriendo. Y por último, los hechos narrados no suponen una relación exhaustiva de sus vivencias porque quedan muchos ángulos oscuros en esa vida que aparece en el libro. Son momentos de los que nada se habla porque posiblemente no le interesen a su autor o porque considere que no van a aportar nada al lector, lo cual sería muy discutible ya que, por ejemplo, no se cuenta nada sobre su vida universitaria ni, sobre todo, de sus comienzos como escritor y su fulgurante aparición en el mundo de las letras.

Así y todo el libro se lee con deleite porque Landero es un maestro de la escritura y cuenta sus vivencias con elegancia. Podemos sospechar que el verdadero motivo de este libro sea un ajuste de cuentas con su padre. Él mismo descubre la difícil relación que llevaron ambos hasta el mismo día de su muerte. Hay un ejercicio de introspección, un intento de comprensión de la actitud del padre buscando su perdón y ofreciendo el suyo.

En el libro hay páginas inolvidables. Las referidas a la vida en la casa de labor de Alburquerque (nombre que curiosamente no aparece nunca en el libro) en la que vivía su familia. Una vida tradicional con costumbres que parecen pertenecer no al siglo XX, sino a alguno anterior. El choque entre esa vida rústica y el Madrid adonde se marchó la familia, unos emigrantes extremeños más en un barrio de las afueras.

El balcón en invierno sirve para que sus incondicionales acaben por confirmar sus sospechas de quién era ese guitarrista de sus novelas, o ese aprendiz de mecánico o ese estudiante de las academias nocturnas. No eran vidas inventadas. Era la suya.


Manuel López Gallego